"Es como si al
decir "soy un ser humano"...
Los demás se
escandalizaran, me hicieran muchas preguntas, empezaran a desconfiar de mí y de
repente tuvieran reparos a la hora de quererme...
Mientras por detrás ejercen
de seres humanos a escondidas.
Si les explico que tal vez
no les guste el término, pero que no hay tanta diferencia entre lo que ellos
callan y lo que yo no me callo, lo niegan escandalizados: ¿¿Un ser humano???
¿¿yo??"
Es la palabra lo que suena mal.
Decir “poliamor” suena a promiscua, a ninfómana, a puta, a guarra. A mujer o muy fácil o muy muy complicada. Suena a que el otro va a resultar herido, a empresa utópica, a desafío innecesario.
Decir “poliamor” suena a promiscua, a ninfómana, a puta, a guarra. A mujer o muy fácil o muy muy complicada. Suena a que el otro va a resultar herido, a empresa utópica, a desafío innecesario.
Si abrirse y darse ya supone una aventura
terrorífica, ¿cómo iban a aventurarse a hacerlo sin un manual de instrucciones
prediseñado? Es como hablar de un deporte de alto riesgo a un público con
vértigo.
Así
que he decidido traer conmigo estas dos reflexiones como dos rayitos de luz y abrigarme con ellas:
Anna
Dragow explicando que la libertad se da cuando nuestras verdades no nos
dirigen, cuando no hay dogmas más fuertes que el deseo de uno de hacerlo todo
como le apetezca en un momento dado.
Dice:
“Por ejemplo me doy cuenta de que no tengo ninguna necesidad de definirme como
monógama o no monógama, ninguna. Soy tan libre que decido hacer aquello que en
cada momento siento. Y cambiar de opinión. Hay gente que se cree libre solo por
adoptar formas de vida poco comunes, algunas de ellas dogmáticas y
esclavizantes. Si te defines, estás cerrando las puertas a otras vivencias. Los
dogmas no valen nada, no merecen ser defendidos por encima de nuestras
libertades cotidianas. No veo ningún
sentido en clasificar personas, en meterse uno en un cajón estrecho”.
Y
H.R. Herzen (http://totamor.blogspot.com.es/) puntualiza:
“No
entiendo cómo hay gente que dice que no cree en el amor libre, que el amor
libre es difícil, que su pareja no entendería eso del amor libre... Y a ello le
sigue la pregunta obvia: Y si no es amor libre, ¿cómo es? Lo contrario del amor
libre vendría a ser el amor esclavo, supeditado, sujeto, sumiso, preso,
cautivo, encarcelado.
(…)
¿Preferimos un amor impuesto en el que alguien ajeno nos dicte las normas, los
modos, los objetivos, lo correcto e incorrecto? Y es que el amor libre se
confunde básicamente con tener relaciones sexuales consentidas con personas
diversas. Y el amor libre es mucho más que eso y ni siquiera puede que tenga
que ver con sexo o relaciones afectivas. Cada cual debería decidir qué entiende
por amor libre y atreverse a experimentar con autonomía cómo quiere que sea su
amor sin juzgar si otras personas conciben ese huracán de sensaciones de
maneras diferentes y hasta opuestas. El amor libre es elegir cómo, cuándo y
dónde amar. Es autonomía, voluntad, albedrío, autodeterminación que además
puede cambiar de un día para otro sin que nadie se tenga que sentir lastimado
por ello. El amor libre no tiene nada que ver con parejas o similares, sino de
una manera especial y particular de vivir esa sencilla y torpe sensación que
nos atrapa a la vida”.
Gracias
miles por acompañar y compartir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario